Llega fin de año, y con ello el momento de reflexionar sobre lo ocurrido en el panorama económico nacional. Se ha acentuado la bajada del precio de la vivienda, una bajada que acumula ya el 50% en términos generales con picos de hasta un 60% en las zonas más populares. Asimismo, el aumento del paro ha condicionado la demanda de préstamos hipotecarios por parte de los ciudadanos, lo que ha implicado el aumento de la opción del alquiler.
La motivación de pagar al contado, inusual en el mercado inmobiliario español hasta hace poco, es variada pero lógicamente está marcada por el bajo precio de la vivienda y la poca rentabilidad que ofrecen actualmente las entidades bancarias en fondos garantizados o de renta fija.
En el horizonte del inversor se dibuja la rentabilidad futura, es decir, mantener la vivienda a través de un alquiler cobrando por ella una renta presente mientras el inmueble se va revalorizando de cara a una venta futura. Así pues, en una operación con una duración de 10 años, ya vendido el inmueble, el inversor habrá conseguido las rentas anuales del alquiler y el incremento del valor de la vivienda a lo largo de los mencionados años.
Los síntomas de recuperación económica de España, el retorno de la inversión extranjera y el aumento de las exportaciones nacionales, unidos a los mensajes de apertura de crédito para familias y pequeñas empresas que están realizando los bancos, auguran un magnifico momento para que las familias se incorporen a la demanda de compra, contando de ante mano con la futura revalorización de su nueva vivienda y amortizando el dinero que pagan en un alquiler. Esta revalorización seguramente no será como la anterior, producto de la burbuja inmobiliaria, sino una revalorización más lenta, pero mucho más constante y segura.
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